05 agosto 2005


“Antonio sigue grabando incluso después de acabar las escenas, para incorporar nuevas situaciones y eliminar cualquier ápice de impostura: rodamos con nuestro vestuario, casi sin maquillaje ni peluquería, no hay nada impuesto y al final el resultado es realista".

Najwa Nimri

04 agosto 2005

Los figurantes pasan frío

previo_ llueve, por fin. Con la falta que hace... El Prat de Llobregat, por culpa del abotargamiento de los desagües y las cloacas, apesta de repente. Podemos soportarlo. Un trueno fantástico irrumpe justo en el momento en que Najwa-Celia entra en plano. Parece como si llevase un cuchillo escondido. Alguien tendrá que hacer algo...

comentario telegramático_ Alex grita “todos prevenidos, que viene el tren”. Montse lleva puesto su regalo de cumpleaños. Los figurantes llegan emocionados. Luis, al ser muy camisetero, se interesa por unas camisetas. Najwa compra y regala dos. Luis y Daniel suben repetidas veces una cuesta que conduce a las vías (de Celia). Daniel pregunta si el trayecto ejecutado tiene la verdad que ha de tener. Probamos algunas cositas. Najwa recuerda el desierto y cuenta hasta diez en árabe (pero saltándose un número). Mar llega con unas mantas, pocas, repartidas entre todos. Mucho amor. Alguien propone hacer una hoguera. Vicky se enfunda la capucha de Elliot (y amenaza con coger la primera bici que pase por allí). Luis canta algo muy gracioso. Alex grita “todos fuera de las vías, escondeos, que viene el tren”. Los figurantes-expectantes empiezan a dudar de la magia del cine. Aymar y Nicolás están de pie, sublimando, junto a una farola de mentira obra de Juanito. Memo me invita a un Gauloises rubio. Un plano precioso del tren atravesando el humo de una fábrica y atropellando al espectador. Éste sale del café de París, asustadísimo, hace ciento y pico de años. Los figurantes pasan frío y beben cerveza y se lo pasan en grande porque lo pide la secuencia.

epílogo_ en el que sale el sol y los moscos.

Las vidas de Celia

03 agosto 2005


Memo & Mike – [o cómo atrapar la belleza de lo espontáneo.]


Memo (Guillermo Granillo) –
Director de Fotografía y Operador de Cámara

La cámara respira, se mueve como un órgano sensible que capta el movimiento de los actores. Pero no imita ni reproduce este movimiento sino que lo complementa, lo dramatiza con un gesto armónico, transparente. Es al mismo tiempo un ojo que mira y un brazo que acompaña, que guía la mirada del espectador. La fría rigidez del plano se anula por completo mediante el soporte-hombro. No se trata de un mareo irreversible sino de la contemplación de una serie de cuerpos que aparecen y desaparecen de un modo natural, espontáneo, verdadero.

Mike (Miguel Enríquez) –
Ayudante de Cámara y Foquista

La cámara –además- enfoca. La sensibilidad de Memo confraterniza milagrosamente con la de Mike, quien intuitivamente mide las distancias focales a pesar de la libertad de movimientos de los actores y de su compañero de fatigas. Algunas veces, (muy pocas) el foco alcanza el rostro de un actor un segundo después que lo haga el objetivo de la cámara. Pero no es demasiado tarde... Incluso esa inexactitud matemática en el cálculo puede convertirse en un hallazgo estético (siempre que sepa practicarse).

02 agosto 2005


El mexicano que tocaba los huevos.

En el interior del piso-celia (día), el departamento de dirección de arte colocó tres huevos de colores a modo de perchero de recibidor. La tarde de la secuencia con niño (Martín, que sabía quien había matado al gato y a la nena) estos huevos empezaron a cobrar vida y a aparecer indiferentemente con la punta (o la parte más estrecha) hacia arriba o hacia abajo, mareando la perdiz de atrezzo y continuidad. Se formó casi por inercia un pequeño comité de investigación encargado de estar al tanto del culpable de tal agresión al raccord.

“Es uno de los mexicanos...” –dijo el director, en voz baja, mirando hacia otro lado.

Después de la toma diez o quince, mientras alguien (o álguienes) se quejaba del calor inhumano que se puede llegar a sufrir en una localización natural (es decir, poco habilitada), algunos de los que estábamos allí contemplamos el crimen. Solemne, con la mirada perdida en el Agustín que llevaba dentro y con la culpa resbalándole como el sudor del mes de julio en El Prat, D.G.C “el mexicano” modificó las primeras posiciones de dos de los tres huevos-percheros con un gesto hábil y delicado que helaba la sangre.

D.G.C. nos miró y al darse cuenta de que su crimen podía no quedar impune puso una cara de niño travieso que nos conmovió... Juramos no decir nada aun arriesgando nuestros empleos y nuestro compromiso para con el bien de la película. Además, siempre tiene un punto emocionante y amoral (o cobarde, según se mire) ser cómplice del malo.

Pero cometió un error, un desliz, como morderse las uñas o llevar caramelos para dejar de fumar. Antes de empezar la siguiente toma (a saber...) se precipitó colocando de nuevo los huevos en la posición correcta. Y fue entonces cuando el bien, encarnado en aquel momento por Silvia, attrezzista, irrumpió en el plano y con el entrecejo lleno de ira le gritó a D.G.C. “¡Has sido tú, [y una palabrota]!” El comité, antes cómplice del malo, hizo gala de su chaqueterismo y empezó a reírse cuando a D.G.C. se le puso una cara muy como de susto imprevisto más que de arrepentimiento sincero (de hecho la trastada era una tontería como otra aunque aquí la redimensionemos para darle emoción)...

01 agosto 2005


“Para preparar el personaje, pasé diversos días en el Departamento de Homicidios de la Policía, lo que quería no era descubrir las rutinas de la policía, sino su manera de ser.
La vida del policía es muy dura, siempre se lleva el trabajo a casa, un poco como la vida del actor aunque lo que me sorprendió fue la frialdad de los agentes al tener que trabajar con sucesos tan 'macabros' cada día”.

Luis Tosar